1.- QUE MANDE EL NIÑO Y NO EL ADULTO
Permita a su hijo interrumpir cualquier conversación, sea por teléfono o en persona. Si está con su pareja o con otro adulto y su hijo/a le interrumpe, deje de hablar y haga caso a su hijo.
Consienta a su hijo que le interrumpa en cualquier cosa que usted esté haciendo y, sobre todo, deje de hacerla.
Acceda a que sea su hijo quien decida lo que se hace el fin de semana o dónde se va a ir de vacaciones.
2.-ENSEÑE IRRESPONSABILIDAD
Realice tareas por él aunque, por la edad que tiene, pudiera hacerlo sólo. Por ejemplo lávele los dientes si tiene 8 años o úntele la tostada del desayuno.
Recoja cada día todos sus juguetes.
3.-GRADÚELO EN “rabietología”
La manera más eficaz de promover las rabietas es ceder ante ellas.No acceda a la primera, prolongue la duración de la rabieta lo más posible y ceda entonces con lo cual reforzará su conducta.
4.- SEA USTED UN TIRANO CON SU HIJO
Puede conseguirlo de tres 3 maneras:
Sobre exija a su hijo con mandatos constantes, en cuanto haya acabado de cumplir una orden, que ya reciba la siguiente.Si las exigencias son excesivas para su edad, no tardando mucho conseguirá una buena rabieta.
Si la primera fórmula no funciona podemos probar siendo cortantes y desabridos con el niño.
La tercera opción es tener siempre un tono de absoluta frialdad e implacable indiferencia. Esta actitud despersonalizará a su hijo.
5.- REFUERCE DE MODO SISTEMÁTICO CADA CONDUCTA AGRESIVA DE SU HIJO
No le corrija cuando trate mal a cualquier persona o animal.
Ríale la gracia si insulta a otra persona o incluso a usted mismo.
Si en algún momento su hijo trata de pegarle, permítaselo, déjese patear o pegar con paciencia mientras le explica que no debe hacerlo, y, si para terminar, le permite hacer lo que quería antes de la pataleta, refuerza al máximo la tiranía del niño.
Mucha gente dice que ir al psicólogo es cosa de locos, pero la verdadera locura es no hacer nada cuando no estás bien. La inestabilidad emocional no es algo privativo de unos pocos, sino de todos nosotros, dependiendo del momento en el que estemos.
Uso del −no: la mente no registra el no y, por lo tanto, nos boicoteamos al plantearnos objetivos como −no quiero comer chocolate; la imagen del chocolate aparece en la mente y entonces te apetece comer chocolate; −quiero comer fruta sería una frase que te ayudaría mucho más a conseguir tus metas.