¿Para qué ir al psicólogo?

para-que-ir-al-psicologoMucha gente dice que ir al psicólogo es cosa de locos, pero la verdadera locura es no hacer nada cuando no estás bien. La inestabilidad emocional no es algo privativo de unos pocos, sino de todos nosotros, dependiendo del momento en el que estemos.

¿Qué hacemos los psicólogos? Los psicólogos no damos recetas mágicas para la vida, pero sí que podemos ayudar a que las personas se entiendan a sí mismos y a que aprendan a tomar sus propias decisiones.

Los psicólogos no podemos predecir  cómo será el futuro de nadie, pero  sí que podemos afirmar que, con  voluntad y sinceridad, se pueden conseguir grandes cambios.  Hay que querer y hay que creer para realizar una terapia seria y productiva.

Un psicólogo no es un amigo, ni un cura, ni un padre. La relación con un terapeuta es la única que busca que tú crezcas adecuadamente porque el psicólogo no tiene un interés especial en que seas de una manera o de otra o te comportes de algún modo especial, sino que seas la mejor versión de ti mismo.

Si tuviera que recomendar a un amigo a qué psicólogo ir, lo primero que le diría es que se asegure que tiene la titulación adecuada para ejercer como terapeuta,  que se sienta cercano a esa persona y  que guarde a rajatabla  el secreto profesional. Los psicólogos debemos salvaguardar tanto la   identidad de los pacientes como el contenido de las sesiones. En nuestra consulta de Tarragona cumplimos absolutamente con todas las obligaciones que establece la Ley de protección de datos.

Hay momentos en la vida en que no necesitas ni consejos, ni buenas intenciones, lo que necesitas en profundizar en ti, conocerte mejor, cambiar, mejorar. Los psicólogos  no podemos garantizar la felicidad, nuestro objetivo es que las personas que acuden a terapia  vivan mejor cada momento, a cada paso, porque la felicidad no es un destino, es una forma de recorrer un camino.

Errores más comunes del lenguaje para alcanzar nuestros objetivos

errores-mas-comunes-del-lenguajeUso del −no: la mente no registra el no y, por lo tanto, nos boicoteamos al plantearnos objetivos como −no quiero comer chocolate; la imagen del chocolate aparece en la mente y entonces te apetece comer chocolate; −quiero comer fruta sería una frase que te ayudaría mucho más a conseguir tus metas.

−Mañana: debemos plantear nuestros propósitos a partir de una fecha concreta. −Mañana no está en el calendario y confunde a la mente.

−Un día de estos ocurre lo mismo que al decir mañana. Decir −un día de estos, −la próxima semana, es un mensaje demasiado ambiguo para la mente. Es mucho más útil  fijar una fecha concreta, como el domingo 1 de febrero.

−Tengo que: generalmente asociamos estas palabras con acciones o tareas que nos disgustan y que no nos apetecen  ejemplo: −tengo que ir al gimnasio, −tengo que limpiar la casa, pero no decimos −tengo que ir de vacaciones (a menos que no te apetezca hacerlo). −Tengo que implica una carga y una obligación, por lo tanto hay que evitarlo en el planteamiento de objetivos.

 −Sí, pero: esta expresión condiciona la posibilidad de conquistar la meta. El −pero es una palabra que borra la primera parte del enunciado, ej.: −quiero ir a renovar el DNI, pero me da mucha pereza, −tengo que ir al teatro, pero me aburre, −te ayudo, pero mañana,  −tengo que ir a la escuela, pero no me encuentro con energía. Con lo que se queda la mente es con la pereza, el aburrimiento, o la falta de energía, lo convierte en una orden y el objetivo se elimina y  no habrá manera de tener recursos para la acción.

Creencia limitante: suelen vienen acompañadas de un −no puedo u otras palabras que denotan incapacidad o que sucederá algo negativo si lo hago; ej.: −no puedo ser ordenada, −soy incapaz de bajar de peso, toda mi familia es gorda o −no salgo de noche porque es peligroso.